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Tres caras de un mismo aguijón: la desinformación en tema de género

La desinformación es una amenaza para todas y todos en los espacios digitales en los que nos movemos, es un problema compartido, pero no nos afecta a todas las personas por igual. Particularmente, las mujeres y las diversidades de género son blanco de odio con dardos de desinformación que trasladan la violencia preexistente en el mundo físico a un espacio digital.

La desinformación no es inofensiva y la desinformación en tema de género lo es aún menos. Su objetivo es arrebatar derechos y coartar libertades instalando narrativas misóginas que impactan en la cotidianidad. Además, busca confrontar a las luchas feministas y desfigurar postulados de reivindicación paritaria. Por eso es importante entenderla, detectarla y contrarrestarla.

Aunque la desinformación de género puede ser analizada desde diversos ángulos, el webinar sobre Desinformación y Género organizado por CAPIR, propuso tres lecturas posibles del mismo problema: la misoginia alimentada con bulos.


En busca del voto con misoginia (desinformación en escenario electoral)


Cualquier escenario electoral suele ser un sediento campo de batalla donde la confrontación polarizada y el ataque frontal se campea. En este contexto de por sí hostil, la desinformación en tema de género sale a flote con mucha fuerza y en gran medida con impunidad en los medios de comunicación.


¿Qué características particulares tiene la desinformación en estos contextos?

Básicamente dos: la primera es el ataque directo a las candidatas a quienes se les trata de invalidar, tratar como objetos sexuales y/o invisibilizar con datos falsos o fuera de contexto a menudo relacionados con su vida privada. El ataque que reciben las mujeres que están en esfera pública nunca es igual que el que reciben los hombres en ese mismo escenario. Hay por detrás una veta machista que reprocha a la mujer estar en un espacio históricamente reservado para los varones. Aunque este es un problema latente constantemente, en elecciones sale a flote con mucha más fuerza.


La segunda particularidad de la desinformación misógina en escenario electoral es la emisión de datos falsos sobre derechos sexuales y reproductivos. Con esto se busca atraer el voto de los sectores antiderechos que se alimentan de discursos radicales y misóginos.


“En las últimas elecciones de Honduras se hablaba de que las mujeres andaban buscando abortar. Los partidos políticos decían que habían mujeres que estaban en la campaña y que querían llegar pero para pervertir a las mujeres. Ese escenario de ataques constante y criminalización de los derechos sexuales y reproductivos fue parte de lo que detectamos”, resaltó la periodista, Emy Padilla, cofundadora y directora del periódico digital hondureño Criterio.


Hostilidad desde la investidura religiosa (desinformación desde ámbito religioso)


A lo largo de la historia, la iglesia ha sido conocida por difundir desinformación misógina en sus enseñanzas y prácticas. Desde siempre ha impulsado una visión patriarcal que afirma una inferioridad moral de la mujer con respecto al hombre. El clero también ha sido un actor crucial en obstruir el acceso de la población a la educación sexual y reproductiva. Pese a eso, los medios de comunicación suelen tomarle como fuente informativa para poner a debate la libertad y derecho de las mujeres y de las diversidades.


Es muy frecuente que se busque su opinión y que se la amplifique sin someterla al filtro de rigor con el que se suele fiscalizar a otros actores políticos. Esto desde luego significa que los medios se convierten en instrumento de difusión de desinformación que estructura discurso de odio y opresión. El impacto de este tipo de narrativas afecta de forma directa en la vida de las mujeres pues se traduce en refuerzo de estructura social patriarcal, leyes restrictivas y violencia en múltiples formas.


“Es interesante preguntarnos cómo lo estamos cubriendo desde la prensa y hasta qué punto lo estamos poniendo en su correcta dimensión. Una de las cosas que vemos, es que las figuras religiosas tienen ese aura de santidad que quizás cabe dentro de las iglesias pero no necesariamente en la arena política, especialmente cuando entran como actores políticos. En estos casos estamos hablando de figuras políticas que son como cualquier otro, hacen cabildeo, andan buscando fondos públicos promueven ideologías, negocian apoyos, pelean puestos para allegados, buscan influenciar leyes, políticas públicas, piden votos, andan viendo como hacen donaciones y préstamos para sus campañas políticas”, expuso la periodista Hazel Feigenblatt.


Oscurantismo de datos sobre violencia (desinformación desde manejo estatal)


Cuando hay una falta de datos precisos y confiables, las personas pueden tener dudas o incertidumbres sobre un tema en particular. Esta incertidumbre puede ser explotada por quienes buscan difundir información falsa o sesgada. Si las personas no tienen información clara y precisa para desmentir la desinformación, es más probable que crean en ella. Es este escenario de abono perjudicial el que las y los periodistas debemos evitar. ¿Cómo lo hacemos?

Es bien sabido que el mayor productor de datos de un país es el propio Estado, por ello, es crucial que se exija a los gobiernos la transparencia y la disposición de datos obtenidos. Si estos tienen que ver con violencia hacia la mujer con mayor razón deberían estar disponibles pues se trata de radiografiar cómo está realmente una sociedad y qué están haciendo los gobiernos al respecto. Lo que hemos visto es que, más bien los gobiernos se benefician del oscurantismo de cifras para construir un discurso mentiroso sobre lo que sucede y manipular la opinión sobre la realidad.


“Uno se pregunta cómo planifica entonces el Estado las acciones de prevención y cómo establece políticas y programas. Cómo lo hacen las organizaciones civiles, las organizaciones no gubernamentales y los activistas en Bolivia si se está trabajando a tientas sin datos precisos sobre violencia”, cuestionó la periodista boliviana Raykha Flores quien además contó una experiencia ilustrativa de cómo se beneficia el Estado de la falta de transparencia: “Nosotros cuestionamos cuestionamos (a la Fiscalía) la falta de acceso a información oportuna porque no nos informaban, por ejemplo, cuántos feminicidios tenían condena o en qué etapa del proceso estaba y nos respondió con claridad, que sus números desanimarían a las víctimas a denunciar”.


En conclusión, la desinformación en temas de género es un problema grave que tiene un impacto negativo en la sociedad. La propagación de estereotipos de género, la negación de la violencia de género y la falta de acceso a información precisa sobre la salud sexual y reproductiva son solo algunos ejemplos de cómo la desinformación ha limitado los derechos y oportunidades de las mujeres. Es importante que se tomen medidas para combatir la desinformación, incluyendo la educación sobre género y el acceso a información precisa y confiable. También es importante que se fomente la participación de las mujeres en los medios de comunicación y otros ámbitos donde se toman decisiones para asegurar que la voz y las experiencias de las mujeres sean representadas de manera justa y precisa. Solo al abordar la desinformación en temas de género podemos avanzar hacia una sociedad más justa e igualitaria para todas las personas.


Este texto fue posible gracias al análisis efectuado en el Webinar sobre Desinformación y Género que fue organizado por el Consorcio de Apoyo al Periodismo Independiente en la Región (CAPIR). El evento está disponible en Youtube y contó con las participaciones de las periodistas Emy Padilla (Honduras), Hazel Feigenblatt (Costa Rica), Raykha Flores (Bolivia), y Ana Gómez (España). Puedes ver el webinar completo aquí.




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